Hoy me ha venido a la cabeza algo que leí cuando era pequeño y he tenido que escribirlo, porque me encantó. No recuerdo la fuente (lo leí con 13 ó 14 años), si alguien la sabe…* ¡que lo ponga en los comentarios! La historia es la siguiente…
Había una vez un pequeño alienígena que viajaba por el espacio en su nave y decidió aproximarse a cierto planeta, tras observar como desde éste se estaba radiando a frecuencias bastante curiosas. Conforme se acercaba al planeta, comenzó a observar algunas evidencias de que sobre él había vida, así que activó el protocolo de emergencia, que consistía en desplegar una bandera blanca durante el aterrizaje.
Hizo aterrizar su nave en una pequeña plaza y estuvo un día investigando. Se dio cuenta de que los seres que habitaban dicho planeta se hacían llamar ‘humanos’ y que en su mayoría eran criaturas tranquilas y buenas (es una ficción, recordemos), así que comenzó a interaccionar con ellos. Pese a no entender algunas aficiones de los humanos, como la pasión irracional que mostraban al ver a otros humanos correr frente a un balón, el pequeño alien cogió cariño por la civilización humana y les mostró algunos avances científicos que habían llevado a cabo en su propio planeta.
El tiempo pasó y pasó y llegó el día en que nuestro pequeño amigo tuvo que volver a casa, el planeta Rummikub. Los humanos, en muestra de agradecimiento, decidieron regalarle una Enciclopedia Completa del Saber Humano, con la mala suerte de que el volumen era demasiado pesado y no permitiría a la nave llegar hasta su destino. Sin embargo, el alien tranquilizó al desolado personal de la comitiva de despedida y cogió un pequeño palo, trazó una marca sobre éste, se montó en la nave y se despidió para siempre.
La pregunta es, ¿qué es lo que hizo el ingenioso alien?
Y la respuesta…: en primer lugar, pasó toda la Enciclopedia a números (convirtiendo la a en 01, la b en 02, y así con todos los caracteres, ya fueran letras, números, signos de puntuación o saltos de línea), y al frente del todo puso 1.(y los números), es decir, para codificar simplemente la palabra “hola” le hubiera quedado 1.08161201. Después, conociendo este inmenso número, trazó la marca separando el palo en dos segmentos, de forma que la división del primer segmento entre el segundo daba, precisamente, este número.
Así, al llegar a su planeta, simplemente tuvo que dividir la longitud de esos dos segmentos y, voilà, reconstruir la Enciclopedia utilizando un sistema de codificación inverso, para poder disfrutar de nuestra historia. Y cuando digo disfrutar me refiero a descojonarse, pero eso ya es otro tema.
Si tienes pensado seguir los pasos del alien en un examen, tengo malas noticias para ti… para poder hacer esto necesitaríamos unos aparatos de medición y de corte de una precisión inimaginable, el grosor de la línea que separase A y B debería ser extremadamente fino.
Pero mola, ¿eh?
*El lector Turok314159 ya ha identificado la fuente. Es del libro «¡Ajá! Paradojas que hacen pensar», de Martin Gardner. ¡Recomendado!